2014 – Los nidos

Introducción

Seis años de POESÍA EN PARALELO CERO y la misma ilusión, las mismas ganas, los mismos deseos. La lucha continúa. La gestoría cultural es una lucha eterna, una suerte de ciudad utópica, de mundo imposible, de isla que grita al continente. Una suerte de espejismo. Cada año hemos vuelto a nacer a Paralelo Cero y a renacernos, con el, nosotros mismos, como si se tratara, este evento, de una ave Fénix, que luego de consumirse tiene que revivirse cuantas veces sea o quiera o pueda. Cada año hemos vuelto sobre él: a buscar recursos, a mover el piso de lo que quedó. No hay como descansar, desmayar, cubrirse un momento. Paralelo Cero es un animal vivo que viene a corroernos las entrañas, que viene sobre nosotros como una enredadera, que camina a pasos largos y vegetales.

Y la lucha es terrible con la burocracia pública: aún no hay una política cultural que efectivamente se de cuenta de la importancia del arte en la sociedad. Es triste decirlo, pero no se ha creado nada para estos fines. La cultura en el país se hace y se consume en islotes. En élites formadas para destruirse, casi como la cultura light que se va difuminando, que se vuelve chatarra, que no perdura.

 

Creo que los grandes festivales de cine, danza, pintura, teatro, literatura, las fiestas tradicionales de la cultura popular deberían ser protegidas por los estamentos públicos del Estado: El Ministerio de Cultura debería catalogar a estos festivales que enriquecen nuestra convivencia con lo estético y entregar el apoyo año tras año, sin que los gestores culturales repitan el discurso y busquen fondos hasta la humillación en los mismos sitios, con los mismos burócratas. Lo público debería notar con claridad que los gestores culturales serios trabajan para ellos y para el bien del país, mas no, como nos hacen creer algunas autoridades de Cultura, que el apoyo del Estado es un favor que nos están haciendo a los gestores. Hay un problema de entendimiento de la cultura ya en la práctica. La teorización del problema cultural se ha vuelto tan reiterada, costosa y copiosamente literaturizada, que ya no sirve para nada. El problema es burocrático y espeso y la cultura no está en la oficina, sino afuera.

Creo, como alguna vez diría una de nuestras mentes más lúcidas: Pedro Saad Herrería, que el Ministerio de Cultura no tiene, ni debe hacer cultura; la cultura está fuera de él. Ese Ministerio debería llamarse: Ministerio de finanzas de la Cultura, o algo así, y debería encargarse de verificar los espacios culturales, las formas de la cultura popular y de élites, los hechos grandes que forman un corpus de nación y que permanecerán mucho más que un ministro, que un copioso taller de cómo ser gestor y no morir en el intento. Y claro que los gestores podrían morir en el intento. De hecho, muchos murieron en el intento. En este año de elecciones, las instituciones que cambiaron de autoridades, tres meses antes del cambio no podían hacer nada porque esperaban ya a la nueva autoridad para que vuelva a reiniciarse todo bajo el impacto lento de la burocracia espesa y aberrante que siempre hemos vivido.

            Algo se debe hacer para que los grandes festivales de arte en el Ecuador tengan algún camino hacia la continuidad, sin que los gestores deban pasar obligatoriamente por la humillación. Este año ha sido el más duro de todos estos seis años de Encuentro.

Hace unos años se abrió en el Ministerio de Cultura el Sistema Nacional de Festivales que tenía una incongruencia histórica fenomenal: cada año los festivales debían aspirar a esos fondos. Por lo general todos los años participábamos los mismos gestores en la lucha por obtener recursos: unos años (a veces todos) volvíamos a ganar; otros ganaban una vez, otra perdían, otra volvían a ganar. Todo dependía de un jurado, cada año distinto. En fin, esto es una suerte de Macondo postmoderno, de Macondo Tecnocrático. Pero ahí no acaba todo. En este año, quien sabe por qué extraño motivo, no se convocó a este Fondo del Sistema de Festivales. Y claro, no pudimos volver a estar allí para volver a hablar del Encuentro a un nuevo jurado y volver a ganar o tal vez perder, unos fondos para el Encuentro, como si se tratara de una lotería de visas norteamericanas.

Los artistas y su trabajo han sido, efectivamente, los seres más olvidados dentro de la convivencia en una nación. Y esto lo ratifica la mayoría de la población. Recuerdo, con cierta hilaridad, una anécdota de Facebook muy interesante para graficar los dicho: Compartí en mi muro una especie de ilustración sobre lo que es (y ha sido siempre) el artista. En esa ilustración había una frase que decía algo así como: Soy artista: eso no significa que trabaje gratis. Tengo deudas igual que usted…

Muchos gozaron de la afirmación y dieron la razón que me resultaba obvia y no había que dar mucha explicación. Pero hubo un comentario realmente digno de las perlas doradas de la risa, que decía: Se debe estudiar algo practico: llámese ingeniería, arquitectura, medicina, periodismo, entre otras muchas cosas, para llenar primero la panza y luego si el arte, comentario que, como verán, luego de leerlo nos toca simplemente hacer el gesto famoso de la historieta de “Condorito”, cuando no puede más: ¡Plop!

Luego el mismo comentarista se reafirma así: Revisen la Pirámide de Maslow el arte esta en la punta y no en la base. Así que doble ¡Plop!

Luego de semejantes sentencias que eran imposibles de responder debemos recurrir a algún reconstituyente crítico que nos permita revivir: Ahí entonces estamos claros en la propuesta de Gombrowicz: El arte es aristocrático hasta la médula de los huesos, como un príncipe de sangre. Es negación de la igualdad y adoración de la superioridad. Es cuestión de talento o incluso de genio, es decir de supremacía, de eminencia, de excepcionalidad; es también jerarquía severa de los valores y crueldad ante lo mediocre. Es finalmente cultivo de la personalidad, de la originalidad, de la individualidad.

            Esto para el consuelo.

 

***

 

Este año el Encuentro tendrá sus sedes en seis provincias del Ecuador. Queremos agradecer a todas estas ciudades que serán posada de los poetas y a los auspiciantes y colaboradores que hacen que Paralelo Cero no muera pese a la encefalía que pudo entrar por el olvido al que se le deja frente a las políticas culturales: Quito (Editorial EL Ángel Editor, CCE Matriz, Consejo Provincial de Pichincha, Embajadas de Argentina y España, Quito Eterno, Sarapa-Galería de Sara Palacios, Universidad Central del Ecuador, Carrera de Ciencias de Lenguaje y literatura), Tambillo (CCE Extensión Cantón Mejía), Otavalo (Alcaldía de Otavalo), Riobamba (CCE Núcleo de Chimborazo), Cuenca (CCE Núcleo del Azuay), Guayaquil (CCE Núcleo del Guayas), Esmeraldas (Alcaldía de Esmeraldas, Universidad Técnica Luis Vargas Torres, Circulo Femenino de Cultura de Esmeraldas), y Atacames (Alcaldía de Atacames). A todos ellos mi agradecimiento y reconocimiento por apostar a Paralelo Cero. 

Gracias totales, como diría el bueno de Gustavo Cerati.

 

***

 

También este año visitan el Ecuador grandes firmas de otros países: debemos agradecer enormemente a la Embajada Argentina en Ecuador por su respaldo para que estén con nosotros dos de las más grandes voces de este país: Alberto Spunzberg y Jorge Ariel Madrazo. De Chile viene la poeta Damsi Figueroa, una de las voces más consolidadas de las últimas generaciones. De Colombia también han sido invitados dos voces jóvenes de la poesía del país hermano: Henry Alexander Gómez y Camila Charry Noriega. Por primera vez y a partir de ahora por siempre, esperemos, nos acompaña un poeta cubano. Uno de las voces más importantes de la poesía de la isla: Víctor Rodríguez Núñez, quien llega junto con su compañera, la gran ensayista y traductora norteamericana Katherine Hedeen. Tenemos el honor, y también parte de la complicidad con la Embajada de España, para que estén con nosotros dos poetas españoles de enorme importancia en su país: la joven poeta sevillana Carmen Camacho y Juan Carlos Mestre, uno de los vates más influyentes de las últimas generaciones en su país. De Perú hemos invitado a Eduardo Chirinos, su enorme y poderosa lírica ya ha traspasado, desde hace muchos años, la barrera de su país y es un honor tenerlo por primera vez en Ecuador.

Entre los poetas ecuatorianos, cumpliendo fielmente con aquella consigna de que el Encuentro Paralelo Cero no invitará a los mismos poetas cada año, haciendo diferencia con aquellos “conciliábulos” donde siempre llega el mismo con el mismo discurso, tenemos una lista variopinta, inclusiva y de gran fuerza para representar al país de la mitad.

Sin habernos propuesto, este es un encuentro de poetas de las ultimísimas generaciones en el Ecuador: 

Doce poetas mujeres conforman la lista y confirman que la poesía escrita por mujeres en el Ecuador es realmente fuerte, intensa y verdadera. Y eso nos alegra y nos motiva: Carmen Rojas (Riobamba), Gabriela Ponce (Otavalo), Lucila Lema (poeta kichwa, de Otavalo), Gabriela Boada (Quito), Marcela Rivera (Quito), Yhamile Narváez (Tulcán), Sophía Yánez (Quito), Ruth Cobo (Ambato), Carmen Sosa (Sangolquí), Sandra Beraha (Quito), Thalía Cedeño (Portoviejo) y Piedad Romoleroux (Guayaquil). Poetas a las que las une la complicidad con la palabra, en tres generaciones de autoras que van explorando nuevos sentidos y significados en la poesía que la patria exige.

Mientras tanto las voces masculinas (para ver si hacemos frente al problema de géneros en la poesía que es un arma cargada de futuro, de presente, pero que no tiene géneros), tenemos a los poetas varones: Cristiam López Taravela (Quito), Juan Carlos Miranda (Quito),  Javier Valencia (Quito), Luis Yaulema (Riobamba), Nelson Villacís (Ibarra), Marcos Rivadeneira (Quito), Nelson Silva (Ambato), Jacinto Cordero Espinoza (Cuenca) y Alberto Ordóñez Ortiz (Cuenca). Desde las voces más jóvenes hasta los poetas más consolidados e importantes.

 

LOS PREMIOS

 

En Encuentro convocó este año al 4to. Concurso Nacional de Poesía para autores nóveles y al 1ero. Internacional. Los dos premios fueron fallados por jurados estupendos (el nacional estuvo integrado por los escritores Elsy Santillán Flor, Ruth Patricia Rodríguez y Fabián Vallejos, y el Internacional por los poetas Raúl Vallejo Corral –Ecuador-, Federico Díaz Granados -Colombia- y Gabriel Chávez Casazola –Bolivia-). Los premios recayeron sobre:

 “LA BRAZADA FINAL” de Marcos Rivadeneira. Premio Nacional de Poesía Paralelo Cero 2014.

El jurado consideró que este libro tiene los siguientes valores literarios: Absoluta claridad y coherencia en la expresión, con tintes filosóficos que recoge temas universales. Poesía reflexiva, de intensos significados, su redacción provoca una lectura fluida, que va más allá de su  construcción figurativa. Incursiona en la prosa poética con solvente resultado, mucha fuerza expresiva, con capacidad para conmover al lector y refleja madurez en el tratamiento de los temas.

            “Bitácora y otras cuestiones” de Juan Cameron (Chile). I Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2014

El jurado dijo sobre este libro ganador:

se trata de un libro de notable calidad, escrito desde una voz poética madura, lúcida e irónica, que pasa revista a la memoria personal del poeta en diálogo con la memoria cultural de su generación, construyendo una obra rica en sentido, surcada por diversos ecos y niveles de significación que se enriquecen entre sí y al conjunto.

Bitácora y otras cuestiones es un poemario formalmente depurado, urdido con un lenguaje despojado y vigoroso, capaz tanto de provocar una lectura reflexiva como de suscitar emoción en los lectores.

Y el jurado continúa, luego de haber revisado los ochenta libros enviados de toda Hispanoamérica, entregando tres menciones de honor:

Por otra parte, considerando el buen nivel de la mayoría de las obras presentadas al Premio y la elevada calidad de varias de ellas, este Jurado resuelve, también por unanimidad, otorgar tres menciones: Contra la locura, por Ofelia, de Soledad Castresana (Argentina, 1979), Cronología de un bárbaro de Hugo Rivella (Argentina, 1948) y Lo lejano, de Santiago Espinosa (Colombia, 1985).

 

 

LOS LIBROS

Paralelo Cero ha pasado a constituirse en un evento en el que se presentan varios libros de autores Hispanoamericanos, y su presencia continental genera públicos nuevos (virtuales y reales) y mucha manifestación crítica. Por ello, este año presentaremos una gran cantidad de libros en el encuentro:

 

La Colección Monstruos presenta los libros: Tierra de los significados, antología de poesía del gran poeta español Juan Carlos Mestre y Biografía humilde, la obra poética completa de nuestro poeta homenajeado, el ecuatoriano  Manuel Zabala Ruiz. En la Colección El Otro Ángel presentaremos:  El poemario Otros ojos de la poeta colombiana Camila Charry Noriega; Espinas en los ojos & 

siete poemas de barro del argentino Hugo Francisco Rivella; Desde un granero rojo, antología de su más reciente poesía de Víctor Rodríguez Núñez, de Cuba, y Álulas, el último trabajo de la poeta colombiana María Tabares. En la Colección Líneas de la Editorial presentaremos el libro Tingshas de la ecuatoriana Sophía Yánez. En la colección de Premios presentaremos Bitácora y otras cuestiones del chileno Juan Cameron, ganador del Premio Internacional Paralelo Cero 2014 y La brazada final del ecuatoriano Marcos Rivadeneira, ganador del Premio Nacional Paralelo cero 2014. En la colección Alfas & Betas presentaremos el libro de los poetas colombianos Hellman Pardo, Henry Alexander Gómez y Jorge Valbuena, La quietud de la ceniza.  Finalmente pondremos a consideración, por primera vez la Obra poética completa de Pedro Jorge Vera, de quien celebramos su centenario de nacimiento y su gran aporte a la literatura ecuatoriana y latinoamericana.

Participantes

Nacionales

ECUADOR

  • Sandra Beraha
  • Gabriela Boada
  • Thalia Cedeño
  • Ruth Cobo
  • Jacinto Cordero Espinoza
  • Lucila Lema
  • Cristiam López Taravela
  • Juan Carlos Miranda
  • Yhamile Narváez
  • Alberto Ordoñez Ortiz
  • Gabriela Ponce
  • Marcos Rivadeneira
  • Marcela Rivera
  • Carmen Rojas
  • Piedad Romoleroux
  • Nelson Silva
  • Carmen Sosa
  • Javier Valencia
  • Nelson Villacís
  • Sophia Yanez

Internacionales

PERÚ

  • Eduardo Chirinos

CHILE

  • Damsi Figueroa
  • Juan Cameron

CUBA

  • Víctor Rodríguez Nuñez

COLOMBIA

  • Henry Alexander Gómez
  • Camila Charry Noriega
  • María Tabares
  • Jorge Valbuena

ARGENTINA

  • Alberto Spunzberg
  • Jorge Ariel Madrazo
  • Hugo Francisco Rivella

ESPAÑA

  • Carmen Camacho
  • Juan Carlos Mestre

ESTADOS UNIDOS

  • Katherine Hedeen

LOS HOMENAJES

La memoria de Pedro Jorge Vera:

Pedro Jorge Vera es un caso interesante en nuestra literatura, porque, pese a ser un escritor en todos los sentidos genéricos, siempre se lo ha llegado a reconocer como un gran narrador. Esto lo ha ubicado como uno de nuestros más eximios e importantes prosistas (sobretodo novelista, aunque es también muy reconocido como cuentista), sin embargo es también poeta. Y poeta de verdad (no hay en su registro de poemas, textos cartelistas o manifiestos políticos o consignas versificadas: hay poesía, ni más ni menos). Es pues, si no el único, uno de los pocos narradores de la época que también escribió poesía e, inclusive, la combinó (en una época donde los “cinco como un puño”[1] empuñaban a la narrativa en el criollismo del realismo social y el indigenismo era la punta del iceberg de la literatura ecuatoriana y latinoamericana).

Pedro Jorge Vera, entonces, sería poeta dos veces (aunque me atrevería a decir que fueron tres, la tercera tiene que ver con su posición política y social irrenunciable, su postura de árbol de roble frente a sus ideas y pensamientos). Según una nota de Miguel Donoso Pareja[2]: “Para Vera lo importante no es la literatura  sino su “imagen de escritor comprometido”. (“Este libro nada agrega a la literatura, pero sí sirve para completar mi imagen de escritor comprometido”, escribió alguna vez).

    Su poesía tuvo una época y una repercusión dentro de la crítica y seguimiento por parte de los lectores de poesía. Sin embargo, luego de su corta e intensa bibliografía poética -“Mujer del mar” (Guayaquil, 1930), “Nuevo itinerario: poemas 1934/1936” (Quito, 1937), “Romances madrugadores” (Guayaquil, 1937), “Túnel iluminado” (Quito, 1949), “Versos de hoy y de ayer” (Guayaquil, 1979)- y el aparecimiento de su nombre en algunas antologías y recopilaciones, su poesía se hizo en la prosa de sus novelas y cuentos, muchos de ellos ya clásicos perennes en nuestra literatura.

Aquí uno de sus poemas emblemáticos, escrito en 1940:

Dios

Yo lo recuerdo. Era la nave sobre la ola.

Hacia su gruta huían las miradas perdidas

y las palabras truncas y las melancolías.

Instalado en mis sueños como en su propia casa,

era una noche blanca protegiendo mis sombras.

Destrozándose solo como un sol sin sistema,

rondaba mis vigilias con furia de leopardo.

Madres desvanecidas como algodones viejos

traíanlo en su leche, eternamente.

En el cabía el mundo como en una botella.

Por el pintaba el cielo sus más claros paisajes.

Y cuando el murió, nuestras manos impuras

vistieron su cadáver sin huesos ni gusanos.

Y su corazón verde, palpitante y desnudo,

lo guardamos bien hondo en nuestra sangre eterna.

Como un gris batallón de serpientes vencidas

enterramos a Dios en los altares.

MANUEL ZABALA RUIZ

El poeta Manuel Zabala nació en la ciudad de Riobamba, en la sierra del Ecuador, en 1928. Publica su primer libro, La risa encadenada, en 1962. Para 1970 aparece Teoría de lo simple, y, por último, en 1986 aparece su primer libro antológico Rumbo al otoño, que contiene el libro inédito Variaciones del Estío. Luego de ello su obra va a circular en dos grandes tomos donde se asientan todos sus poemas. En 1998 sale a la luz su Obra poética completa, texto que me correspondió editar y prologar. Para el 2005 aparece su Poesía junta, en donde el poeta pone a consideración sus últimos trabajos poéticos, siempre mínimos (su trabajo con cada poema es largo y parco, muy exigente consigo mismo y siempre pendiente de que en el texto se consuma la estética perfecta del verso). La mayor parte de su obra ha sido ganadora de varios premios nacionales de poesía. Y es que debe ser el único poeta ecuatoriano que ha concebido a cada uno de sus poemas como antológicos.

Su estilo se ha hecho como una colcha americana: en retazos. Su vida de catedrático universitario por años y la experiencia como relector[3] lo han ido convirtiendo en una suerte de trovador moderno, llegando a encontrarse en su voz ecos que van desde el siglo de oro español (Lope, Garcilazo, Góngora y Quevedo), hasta los juegos neológicos de Vallejo y esa tristeza socarrona y andina, o con la ternura formal y rica de Miguel Hernández, pasando por el concepto de la voz poética colectiva de Octavio Paz, o el halo vanguardista de nuestros poetas grandes (Carrera Andrade o César Dávila), llegando a las historias preciosistas del modernismo rubendariano y cayendo en la risa negra de los surrealistas franceses. 

Cada poema de Zabala tiene un ritmo interno y externo (cuida las pausas, las cesuras, la consonancia y asonancia rítmica, el encabalgamiento, la puntuación que ayuda al ritmo). Ha escrito en forma consonántica y estrófica, pasando por todos los metros posibles, dejando vislumbrado su maestría en el alejandrino, endecasílabo y octosílabo. En lo referente a las estrofas no ha dejado ninguna sin trabajar: el pareado, el cuarteto, la sextina alejandrina, la octava real, la décima y (su patrón mimado) el soneto, en donde se ve la maestría de los serventesios. Su trabajo con el romance es de vanguardia, ya que le da un tono hilarante. Y con la forma va aún más allá. Llega a trabajar experimentaciones fonéticas y lingüísticas (véase, por ejemplo, el poema De profundis), llegando al verso libre como otro recurso formal. Toda su poesía se maneja en la música, trabajando la medida del verso. Además siempre estuvo vinculando el peso del significante y el significado, sin que quede nada que provenga del capricho o de la traición que pueden asumir las palabras frente al gusto, solamente.

Algo digno de notarse -tal vez lo más importante en esta poesía- es la dosis de humor que en ella existe. Un humor a veces extraído de la ternura pensada como ingenua, a veces corrosivamente negro y punzante y, muchas veces, repleto de reflexión y de ironía. Poeta que maneja un gracejo digno y de altísimo nivel, en donde no se da solamente la gracia por la gracia, sino la filosofía y la reflexión de esa gracia.

Pero hay que notar algo importante e ineludible: toda esta parafernalia que enriquece al texto poético de Zabala Ruíz, sirve, también, para ocultar una voz retenida, que no termina de exorcizarse en el texto. Es un “yo” individualizado que oculta su dolor. Sin embargo de ello, se pueden encontrar sendos versos, con la misma magia de su esgrima, donde está el poeta en cuerpo, víscera y sensación (versos que contrastan con los de humor, a los que tanto nos referimos, y que confirman la regla de que el poeta y la poesía no estarán nunca desapegados. Y que, tarde o temprano, el poema se impondrá sobre el poeta, como tiene que ser, muy a pesar del vate derrotado):

¡HE PERDIDO MI POEMA!

¡He perdido mi poema

en el peñón de la mar


y un reguero de palabras

entre los tumbos se va!…

Yo le recuerdo en la bruma

de mi triste soledad:


tenía ojos de sirena,


abiertos de par en par;

alma con lago de cisnes,

zapatillas sin danzar;

una larga temporada


de sueños para olvidar,

y una barca de ilusiones

a punto de naufragar.

 

Le perdí cuando bajaba

de mi torre de cristal.

¡Pero sé que, entre luceros,

le he de volver a encontrar!

(¡Porque cuentan que, en las noches,

el peñón suele cantar!…)

[1] Nos referimos a la famosa Generación de los años 30 en Ecuador, grupo de escritores que cambiaron la historia de nuestra literatura, renovándole con las nuevas propuestas del Realismo Social. El Grupo de Guayaquil estuvo conformado por Joaquín Gallegos Lara, Enrique Gil Gilbert, Alfredo Pareja Diescanseco, José de la Cuadra y Demetrio Aguilera Malta. Pedro Jorge Vera no era en el grupo únicamente por razones cronológicas, sin embargo su espíritu creativo se debe a esta generación

[2] Agonía y resurrección del poeta: Donoso Pareja, Miguel. Colección de poesía ecuatoriana “La rosa de papel” No. 9: Pedro Jorge Vera

[3] El poeta ha leído y releído a sus poetas tutelares con obsesión.