2015 – Las plumas

EL HOMENAJE

Este año homenajeamos a la gran poeta ecuatoriana Ana María Iza (Quito, 1941).

Poeta que ha sido llamada siempre por la intuición. Unas extrañas antenas que coronan su cabeza son quienes le dictan estos versos personalísimos y únicos. Ana María es poeta sin canon. Ella en sí es un faro de la poesía de ruptura en épocas de verdadero movimiento. Su trabajo ha sido siempre silencioso, nada ampuloso. No ha querido figurar, no ha podido llevar el peso de su poesía a laderas extraliterarias; sin embargo, es figura enorme dentro de lengua-patria porque su estilo es definidor, demoledor y definitorio cuando de hablar de su generación de poetas se trata. Su ironía con manchas amargas, el sardonismo con pinzas de cirujano, la voz poética que reclama y se hunde en el verso más profundo de la tierra lingüística y esa ingenua inteligencia que golpea el pecho cincelado del lector eficaz, que no se deja comprar por el farandulero eco de los nombres impuestos, es su estilo y es su originalidad. Pero hay más (siempre hay más en poetas como Iza), queda ese sabor largo que deja el poema verdadero: ese ritmo que se sostiene luego de haberlo leído o escuchado. Esta poesía sangra de tanto decir (dice mucho más que cualquier silencio). Esta voz que ha sido, y seguirá siendo por siempre, la vanguardia temprana de los años sesenta, y que sigue manteniendo encendida la llama eterna de la verdadera lírica en los inicios del XXI: esa que sigue vigente, pese a la trampa del gato y la liebre, que siempre hay en la poesía falsa. Aquí está la palabra que el tiempo no ha permitido que se retoque: la voz y el temple de Ana María Iza. Enorme poeta del Ecuador.

 

Siempre he querido ponerme en los zapatos de la generación de los 60s. en el momento en que Ana María Iza, en el año 61, publicó poemas como estos:

 

Mamá… ya puedes decir que eres abuela,

Mi hermana la tristeza tuvo un hijo,

Lo envolvimos en húmedos silencios

Y tenazmente le agitó la vida.

 

Mamá… ya puedes decir que eres abuela;

El pequeño nació hermosamente grande,

Tiene tu misma sangre, sorbió tu misma vida.

Mamá… mi corazón es el hijo del que te habló.

 

Me hubiera gustado ver las caras de la gente que la escuchaban, cuando aún la poesía escrita por mujeres se consideraba, en este país, como un tropel de metáforas largas escritas por las “poetisas” que llevan vestido largo y zapatos de charol. Ella, una jovencita de 20 años, vino a salvarnos de la edulcorante suavidad de unos versos acartonados.

Con ella, la mínima dosis de inspiración y las toneladas de transpiración de las que habló Einstein sudan por dentro. Ella saca el poema, sin que Mallarmé le haga acuerdo que la poesía no está escrita de buenas intenciones sino de palabras. Y cuando emergen los poemas de su mente poblada de un bestiario personal que es su propio dolor, sale ya el poema completo. Me dijo alguna vez la poeta (y no “poetisa”) que los poetas tienen unas antenas en donde se capta todo lo que los otros parecen no ver. Las voces de los otros son entonces los poetas. Y ella es la voz de la salvación. Ileana Espinel y Violeta Luna estaban ya para la época en el mismo camino. Torciéndole, ya no solamente el cuello al cisne, sino, además, torciéndole las plumas, el esternón a todo pájaro modernista que aún sometía a la sensibilidad femenina con el espectro de una voz matizada con originalidad y desparpajo.

Creo que “Pedazo de nada” (1961), el primer libro de Ana María, debería ser considerado como uno de los más importantes libros de una poeta iniciática o, como diría Jorge Enrique Adoum, de una poeta principiante y no aficionada. Da envidia leerla tan jovencita en vida y con tanta condensación en su discurso. A esta poeta le suena el dolor y el humor al mismo tiempo. Le suena con la misma levedad lo que concierne y lo que desconcierta. El poema “pedazo de nada” del libro primerizo (y nada prematuro) da fe de su dolor ambientado en la clave de su estilo. Cuando habla de la hermana que no tuvo dice:

 

Hermana…

 

Sin arterias, sin hambre, sin pestañas;

Partícula de pájaro sin canto.

Hoy que tengo para ti un vestido,

¿Crees que te lo hubiera dado

Si existieras…?

Participantes

Nacionales

ECUADOR

  • Ana María Iza
  • Rosalía Arteaga (Cuenca)
  • Juan Secaira (Quito)
  • Carlos Vallejo (Quito)
  • Juan José Pozo (Quito)
  • Fabián Vallejos (Ibarra)
  • Jorge Luis Bustamante (Quito)
  • Jetzy Reyes (Quito)
  • Peky Andino
  • Patricia Merizalde (Esmeraldas)
  • Edwin Ulloa (Guayaquil)
  • Vanessa Mosquera (Ibarra)
  • Juan Suárez (Otavalo)
  • Yuliana Mancillo (Manta)
  • Alexis Naranjo (Ambato)
  • Ernesto Intriago (Portoviejo)
  • Dan Toro Rivadeneira (Riobamba)
  • Jaqueline Costales (Riobamba)
  • Alexis Cuzme (Manta)
  • Geovanny Salvatore Bayas (Guayaquil)
  • Enver Álvarez (Quito)
  • Alfredo Cedeño Delgado (Portoviejo)
  • Lesther Macías Vera de Carofilis (Portoviejo) –  PREMIO NACIONAL DE POESÍA PARALELO CERO 2015

Internacionales

ITALIA

  • Loretto Raffanelli
  • Alessio Brandolini

CHILE

  • Oscar Hans
  • Sergio Badilla

MEXICO

  • Coral Bracho
  • Eduardo Lizalde
  • Audomaro Hidalgo

COLOMBIA

  • Hellman Pardo
  • Piedad Bonnett
  • Ramón Cote
  • Santiago Espinosa
  • Juan Guillermo Sánchez

REPUBLICA DOMINICANA

  • Frank Báez

ESPAÑA

  • José Ramón Ripoll
  • Juan Carlos Abril
  • Luis García Montero

ARGENTINA

  • Hugo Mujica
  • Diana Bellesi
  • Soledad Castresana

BOLIVIA

  • Matilde Cazasola

MARRUECOS

  • Mezouar El Idrissi
  • Luis Armenta Malpica

URUGUAY

  • Alfredo Fressia
  • Rafael Courtoisie

LA INMORTALIDAD

Nunca he tenido dioses
y tampoco sentí la despiadada
voluntad de los héroes.
Durante mucho tiempo estuvo libre
la silla de mi juez
y no esperé juicio
en el que rendir cuentas de mis días.

Decidido a vivir, busqué la sombra
capaz de recogerme en los veranos
y la hoguera dispuesta
a llevarse el invierno por delante.
Pasé noches de guardia y de silencio,
no tuve prisa,
dejé cruzar la rueda de los años.
Estaba convencido
de que existir no tiene trascendencia,
porque la luz es siempre fugitiva
sobre la oscuridad,
un resplandor en medio del vacío.

Y de pronto en el bosque se encendieron los árboles
de las miradas insistentes,
el mar tuvo labios de arena
igual que las palabras dichas en un rincón,
el viento abrió sus manos
y los hoteles sus habitaciones.
Parecía la tierra más desnuda,
porque la noche fue,
como el vacío,
un resplandor oscuro en medio de la luz.

Entonces comprendí que la inmortalidad
puede cobrarse por adelantado.
Una inmortalidad que no reside
en plazas con estatua,
en nubes religiosas
o en la plastificada vanidad literaria,
llena de halagos homicidas
y murmullos de cóctel.
Es otra mi razón. Que no me lea
quien no haya visto nunca conmoverse la tierra
en medio de un abrazo.

La copa de cristal
que pusiste al revés sobre la mesa,
guarda un tiempo de oro detenido.
Me basta con la vida para justificarme.
Y cuando me convoquen a declarar mis actos,
aunque sólo me escuche una silla vacía,
será firme mi voz.

No por lo que la muerte me prometa,
sino por todo aquello que no podrá quitarme.

TESTIMONIO JUAN CAMILO - ganador del concurso nacional de poesía Paralelo Cero

Cuando vi que mi libro había quedado entre los 30 y poco más finalistas, ya me sentía como un secreto ganador: hacía años mis expectativas como escritor de poesía se habían reducido al mínimo. Un par de semanas después, al recibir por Whatsapp la noticia del premio, quedé un poco anonadado. Tanto así que a Xavier, al contactarme por teléfono, no le dije sino un breve “gracias” y un frío “es un honor”, situación que lo dejó pensando, como me contó después, que yo era un tipo que poco o nada se interesaba por la poesía. En realidad, estaba en shock. Era apenas mi segundo libro de poesía –después de un primero bastante desigual y desapercibido- y lo premiaban internacionalmente.

Recuerdo otra anécdota en donde se reflejaba también la novedad que implicaba para mí participar en un evento como el Paralelo Cero. Íbamos en un vehículo rumbo a mi primer o segundo recital, y allí iba Hellman Pardo, el poeta colombiano. Él había asistido, por cosas de la vida, a la presentación de mi primer libro, 5 años atrás, en Bogotá. Así que, prácticamente, había asistido a todos los recitales que yo había dado en mi vida. Le dije que, por esto, era mi más asiduo fan: “me has acompañado a todos los recitales de mi vida” –le dije-. “A todos tres”.

No era (y no lo soy ahora tampoco, pues) una persona acostumbrada a leer poemas en público, a firmar libros, a intercambiarlos con otros escritores. Era una novedad pasar del completo anonimato a ser el poeta premiado de un evento como el Paralelo. Incluso salí en el periódico y alguien me reconoció en una calle de Quito. Eran mis 15 minutos de fama (la humildísima fama que puede llegar a tener un poeta), o así lo sentía por momentos. Un primo me dijo que era el “pariente ilustre”. Me rio al escribir esto.

Recuerdo con especial cariño los momentos en que estaba conversando con los poetas admirados, incluso idealizados, que había leído con pasión durante mis años de estudio, y que ahora estaban allí, en toda su humanidad y fragilidad, con su vanidad y su nobleza, frente a mí, tomando un café o una cerveza. Así mismo, con cariño recuerdo el encuentro con los poetas Héctor Cañón y Juan Guillermo Sánchez, que compartían conmigo la novedad de estar en un evento como ese.

Pero tal vez lo más importante que me dejó el festival fue la experiencia misma de la lectura en público como una forma misteriosa de reafirmar la pertenencia a la vida. Poco a poco fui encontrando, en cada lectura, algún poema que lograba despertar para mí mismo, al leerlo en público, algún tipo indefinido de realización, de catarsis, de lazo con la existencia. La lectura en público para mí no la vi como una forma de compartir mis palabras. Era más bien un acto privado de magia que necesitaba de la presencia de los demás para poder conjurarse. El día en que se me entregó la bella estatuita del premio, cuando leí el último poema del libro, se me reveló esa capacidad, siempre renovada, de mis palabras sobre mí mismo.

También, el viaje, los licores, las caminatas, las conversaciones, con personas que también compartían la emoción por la escritura, será una de las cosas que siempre se recordarán de encuentros como el Paralelo, pues el compartir el gusto por un verso, la impresión sobre un poeta, la admiración por un muerto, siempre llevan implícitas impresiones sobre nuestras historias de vida: charlar sobre poesía es, en últimas, intercambiar versiones sobre el universo.

Creo que recordaré siempre al Paralelo como el lugar en donde pude vivir el mundo de los poetas con algo de la ingenuidad necesaria para dejarse deslumbrar por él.

LOS PREMIOS

 

Este año el premio Nacional fue para el poeta Cristian López Taravela, quien fue nuestro invitado el año pasado y que ahora estará con nosotros presentando su libro ganador.

El veredicto del jurado reza así:

En la ciudad de Quito, a los 20 días del mes de febrero del 2015, el Jurado Calificador integrado por Liyanis González Padrón, Sophía Yánez García y Gabriel Cisneros Abedrabbo, se encargó de leer y preseleccionar nueve obras de un total de 48 poemarios enviados al concurso Premio de Poesía Paralelo Cero 2015, suceso organizado por la Editorial El Ángel. Constan dentro de esta preselección, los siguientes textos, dignos de ser mencionados para la divulgación:

El Cuarto bajo el seudónimo de Tangelo Prat, Bajo las alas hay un hombre de Maura Molina, El fruto del paraíso de Rosas, Intento de vacío de Árbol Mística, Alfabetos de signos incompletos: escritos prehistóricos sobre la intermitencia del amor de El Marqués de la Ciénaga, Los latidos son piedras golpeando basureros de Holly Capote, Tránsito y Fulgor del Barro de Sarance, 45 formas de acariciar un cactus de Capote y Blanqueamiento semántico de Redobuá.

Luego de deliberar se seleccionaron dos textos como finalistas. El Jurado Calificador decidió otorgar el Premio único al trabajo titulado, Bajo las alas hay un hombre del pseudónimo Maura Molina.

El jurado coincidió en que esta obra:

Presenta, en primer lugar, una poética rigurosa y conmovedora que evidencia la armonía entre la forma y el contenido, a través del uso de figuras literarias, metáforas e imágenes y una selección cuidadosa del léxico de parte del autor. Con ello, se comunica un singular proceso creativo y estético dentro del territorio de la poesía.

En segundo lugar, la suma de los versos que componen la totalidad del texto, lo consolidan como un todo. Existe una unidad compuesta de partes que sostienen y refuerzan  la búsqueda de la belleza y del virtuosismo

Por último, esta unidad de sentido, lograda por el autor tanto en la composición formal, cuanto en la temática lírica, está apoyada magistralmente por el título sugestivo de la obra y el efecto que tiene al proponer una imagen claramente poética en el lector.

De otra parte, el jurado, en cabal conocimiento de la importancia de promover los nuevos valores literarios y la difusión de las letras ecuatorianas, otorga una Mención especial al trabajo Intento de Vacío, correspondiente al seudónimo ÁrbolMística, por el  meritorio trabajo  y la particular propuesta estética que representa esta obra.

 

Una vez abiertos los archivos de los libros premiados se conoce que el Premio Nacional Paralelo Cero 2015 lo recibe el autor Cristian Gonzalo López Talavera, domiciliado en Quito. Nacido en 1985. Poeta, narrador y docente secundario. Ha publicado los poemarios: Casa de soledad (2010) y Diálogo con el Ausente (2014).

 

La primera mención es para el poeta Luis Franco González, domiciliado en Santa Elena. 1988.  Poeta, gestor cultural independiente y docente. Ha publicado en poesía Sueños Inconstantes (Santa Elena, 2010), Ángeles Sodomizados [Grilla del Éxodo], (Jaguar Editorial, 2012) y Jardines Inconexos (Rastro de la Iguana y Cadáver Exquisito Editorial, 2014). Ha obtenido el Premio Sistema Nacional de Festivales (2011 y 2013) por el Ministerio de Cultura del Ecuador y el Premio Nacional de Poesía Emergente Desembarco (2014). Organiza el Festival de Poesía SumpaVive.

 

En segundo concurso internacional fue para un nuevo poeta latinoamericano. El veredicto del jurado dice:

 

El Jurado del Premio Internacional de Poesía Paralelo Cero 2015, conformado por ocho poetas de reconocida trayectoria: Juan Cameron, de Chile (Premio Poesía en Paralelo Cero 2014), Catalina Sojos de Ecuador, Victor Rodríguez Núñez de Cuba, Hugo Francisco Rivella de Argentina, Santiago Espinosa de Colombia, María Aveiga de Ecuador, María Tabares de Colombia y Soledad Castresana de Argentina, después de haber realizado una atenta y detallada lectura de los 331 libros inéditos presentados a concurso, escogió a 35 libros que resultaron ser los semifinalistas de Premio: 00.01 de Fevegir; Alguna vez el cielo de margó rous; Animales negros de aletheia 13; Árbol de navíos de Genaro Orillas; Callao 1824 de Buenaventura; Callar los perros de Blas de Acuña; Cielo deshabitado de AboZati; Cosas azules como el silencio de Swan; El único límite de Juan Boabdil; En tránsito de 2002; Falsos brebajes de Hechicería de Merlin; Felipe Triggo; Imágenes fragmentarias de Sirdaga; La ciencia de los jueves en un país sin pies de Jesús Montero; La luz posible de La hija del viento; La soledad y sus ficciones de JhangyiSha; Los enterrados de Chimol; Los inviernos de León Theremin; Los restos de Pez Dorado; Mandala de KushiFoeb; Mordida de perro de Juan Bocadeoro; Naturaleza muerta de MalikAbou-Zhar; Paraísos personales de Viernes; Península de la neblina de Víctor Talismán; Presencia prohibida de las cosas de Azor; Quien da la sombra de Uno más; Retrogradatio cruciata, Sextinario de Odette de Crécy; Sin noticias de Lilliput de Silvestre; Sombras de paso de Colanzulí; Textos básicos.doc de Amancay; Valkiria de  Eme; Viaje de las presencias de Sebastián Melmoth;  Vida en el fin de Gary Lineker; Voces de casa de Temperley Arango y; Volvemos en breve de John Johnson            

El jurado volvió a evaluar los poemarios escogidos y luego de un reñida y ajustada selección se llegó a reducir el grupo de finalistas a siete poemarios: 

Mordidas de Perro; Sin noticias de Lilliput; Imágenes fragmentarias; Voces de casa; La luz posible; Textos básicos.doc.; Volvemos en breve.

 

Los siete libros fueron analizados por los jurados Juan Cameron, Víctor Rodríguez Núñez y Catalina Sojos, quienes resolvieron lo siguiente:

 

Otorgar el Premio Paralelo Cero 2015 al libro Voces de casa  de Temperley Arango. Ha decir del jurado: El lenguaje figurado del poeta no sólo se abre, aquí, a una multiplicidad de significaciones si no, además, se expresa con ritmo y eufonía impecables cuidando los equilibrios que esa respiración transmite al ojo del lector. Los momentos del viaje y la revisión de acaso algún exilio u otredad, aparecen entre líneas entre el paisaje urbano y la soledad existencial. Voces de casa es un trabajo logrado, estructurado como un cuerpo, cuyos ecos nos remiten a nuestra mayor poesía en el escenario de esta reciente historia. Una vez abierto el archivo de datos corresponde al poeta  colombiano JUAN CAMILO LEE PENAGOS.

 

Por otra parte, considerando el buen nivel de la mayoría de las obras presentadas al Premio y la elevada calidad de muchas de ellas, este Jurado resuelve, también por unanimidad, otorgar una mención especial al libro: Mordida de perro  de Juan Bocadeoro. Una vez descubierta su identidad, el libro le pertenece a la poeta chilena ROSA BETTY MUÑOZ.

Finalmente, este Jurado desea destacar, una vez más, la calidad de las obras presentadas a este Premio Internacional que estimula la creación poética en nuestro idioma, y espera que continúe teniendo tanta y aun mayor participación en futuras versiones.

Christian López Talavera

PALABRAS PREVIAS A…

Si algo ha conmovido mi vida ha sido la lectura de poesía, ella ha sido la memoria de ciegos, lo impalpable de la sencillez. Las palabras me han hecho poner los pies en algunas fantasías, pero también han sido el testimonio; ahí la escritura para darle un sentido a la vida, al dolor. Asumir que una vez escrita la palabra necesito de otra, porque siento la inexactitud, porque siento el vacío.

Pero también las palabras me retornan al atrás, a la infancia con cojera donde la soledad era mi compañera de clase. No me gustaba lo que estaba alrededor de mi, aunque mi infancia fue muy feliz porque veía a mis abuelos maternos día a día y sentía, lo que alguna vez escribió Blanca Varela “la lentitud es belleza”, comprendí que podía escribirla. Mi infancia nació junto a las palabras a media voz.

“…así será ojos que fueron boca/ que decía manos que se abren/ y se cierran vacías/ distante en tu ventana/…caes hecha pájaro” estos versos de Varela resumen mi paso de la infancia a la adolescencia, si bien no tuve una herencia poética, los libros que iban llegando a mis manos fueron leídos con acuciosidad. Recuerdo en una noche cuando tenía 14 años, posiblemente, de los libros de mi madre retomé La Peste, de Albert Camus, un libro que nacía luego de la violencia de la Segunda Guerra Mundial, aquel absurdo suceso que mató a la humanidad. Mientras el café comenzaba a enfriarse, Tarrou decidía ponerse a lado de las víctimas: “… por esto decido ponerme del lado de las víctimas para evitar estragos” y comprendí que la poesía puede ser escrita desde el dolor.

Cómo no olvidar el encuentro con César Vallejo, era un día en que la luz del día caía como una niña mal herida, ingresé a una librería de medio uso, rebuscando por un buen rato, con mis manos llenas de polvo, caído, resquebrajado encontré un libro verde, pequeño, revisé las primeras líneas “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!/  Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,/ la resaca de todo lo sufrido/ se empozara en el alma… ¡Yo no sé!/ Son pocos; pero son…”, leí, releí, me aprendí de memoria, me lo llevé a mi casa y lloré amargamente de la puertas que me estaba abriendo la poesía esas puertas que no se cerrarían nunca, de la cual estoy atrapado como un pájaro, errado en tiempo y distancia.

Así el inicio de la escritura, porque escribir es reescribir sobre lo ya escrito, decía Octavio Paz y así lo fui comprendiendo, cada uno de mis libros tiene detrás la sombra de mis lecturas, pero también contiene la vida. Fue la película El Resplandor, con la actuación de Jack Nicholson que me inspiró para mi primer poema “oficial” donde entendí que escribir poesía  era el método de liberación interior y siguiendo a Octavio Paz “El poema no es una forma literaria sino el lugar de encuentro entre la poesía y el hombre”. Comencé a escribir poemas que luego de varios años, de varias lecturas y procesos determinó mi primer libro, uno ingenuo, libro-niño Casa de soledad, título que salió de la lectura de Cuadernos de la tierra, del gran Jorgenrique.

Luego de esa primera experiencia, y de varias recriminaciones que me hice en mi interior, abordé mi segundo camino poético. La experiencia de la enfermedad de mi padre: el estado de coma que determinó su ausencia, una presencia inasible. Hablar con mi padre y sus alas quebradas, pero también reunirme con las lecturas. Los plagios infinitos, los plagios que se permite la poesía, rememoro estos versos de Blanca Varela «Cuál es la luz/ cuál la sombra», génesis de uno de mis poemas que determinaron mi segundo libro Diálogo con el ausente, el poema que hago alusión en sus primeros versos dice: “Padre,/ ¿A qué sabe la luz?/ ¿A qué sabe la sombra?/ ¿A qué el silencio de tus ojos?/ Ahora que la noche ciega reposa en el manto de estrellas fugaces”. Sé que en la poesía nada suena mejor el silencio.

 

EL PREMIO PARALELO 0

 

El café estaba sobre la mesa, un libro permanecía con sus hojas abiertas, Los extramuros del mundo de Verástegui me acompañaban en aquella tarde en que recibí la llamada de Xavier Oquendo Troncoso

 

  • Cristian, cógete de algo, seguro te vas a caer. Acabas de ganar el Paralelo 0.

 

Atrás quedaron los cds de Rolling Stones por la que estaba en aquel lugar. Una sonrisa salió de mi rostro. Colgué el teléfono, en seguida marqué el número de mi madre y le conté. Compartí la felicidad con ella, porque en ella habita el poema.

El poema Penumbra empieza con el siguiente verso “Madre, tu muerte también es mi canto.”, porque en la imagen de la madre habita el mundo, centro de la senectud.

El yo del libro Bajo las alas hay un hombre es el propio enunciante que desborda imaginación, memoria y recuerdo. Y así es como me sentí al recibir la llamada de Xavier Oquendo.

El café seguía enfriándose. De mi cabeza salieron recuerdos de cómo se inició el libro. La muerte de mi tía que fue la muerte de todas las mujeres unido al recuerdo de la infancia en el pueblo que lavó toda mi cara de poema.

El premio me dio algo que siempre he buscado: la felicidad de mi madre. Ese día sentí el ahora, porque el mañana ya es tarde. Recordé que para escribir Bajo las alas hay un hombre, leí emocionado a Marosa di Giorgio, recordé varios de sus versos “En torno a la mesa conversaban la abuela y la madre y las otras mujeres. Sus palabras caían como pétalos, como el golpeteo de las piñas en sazón cuando el viento sacude las ramas”, y así los plagios infinitos, rememorar versos que escribí cuando la cicatriz no devenía en llanto:

 

“Mi madre es la que cubre mis huesos

y duermo

Una melodía atroz se confunde en la ira de mi dios,

el verso se cicatriza en la pesadilla

y solo hay llanto

 

mi cuerpo es una gota que demora en caer”

 

¿Acaso la felicidad es eso?

 

El Paralelo me dio memoria. Gracias por tanto.

UN HOMENAJE PARA MI EQUIPO Y PARA LOS QUE YA NO ESTAN

Sharvel Kattan, Javier Valencia, Gabriel Galarza y Lena Guerrero, me acompañaron a abrir zanjas y caminos por esta gestión anual y terrible de hacer Paralelo Cero. Mi absoluto agradecimiento a la poeta María Aveiga por los favores grandes, más allá del deber y la amistad, pero siempre más acá de la poesía. Siempre abrazos y reconocimientos a Marta Palacios, Gabriel Cisneros, Aníbal Fernando Bonilla, Carmen Rivadeneira, Victoria Cepeda, Iván Oñate, Ramiro Caiza, Julia Erazo Delgado, Ariruma Kowi, María Paula Romo, Sebastián Armas, Sandra Zaldumbide, Daniela Valdez, Ana María Morales. Son indispensables para que la tarea se cumpla. Sin los otros, no podríamos hacer nada. El trabajo en coordinación ha sido asumido por nosotros con absoluta devoción, todo por el amor que se ha ido inyectando en nombre de la poesía.

Por estos tiempos se nos ha adelantado, por petición exigente de la parca, tres grandes poetas ecuatorianos y un uruguayo universal, que tanto amó Ecuador: Manuel Zabala Ruiz, Ulises Estrella y Miguel Donoso Pareja; y, claro, la figura de Eduardo Galeano.

El año pasado estuvimos homenajeando a Manuel Zabala Ruiz en nuestro Encuentro y publicamos su “Biografía humilde”, la gran obra poética del maestro.

En el hermoso texto escrito por Juan Villoro: “El maestro inicial”, el escritor mexicano retrata a su maestro diciendo:  “Donoso nos convenció de que la crítica era una forma de la creatividad y que nada ayudaba más a un autor que descubrirle defectos.(…) En noviembre de 2014 fui a Quito para participar en otro homenaje a Miguel. Pensaba verlo, pero el médico le impidió hacer el viaje de Guayaquil a la capital. Lo saludé por teléfono, recordándole lo mucho que le debía. Él hizo las bromas de quien evade el sentimentalismo. La llamada fue casi festiva; ambos sabíamos que no volveríamos a hablar, pero optamos por lo que nos unió desde que yo tenía 15 años: la ficción. Mi mente no colgará esa llamada.

Hace casi 50 años, los poetas de Quito solían reunirse en el ‘Café 77’ para conspirar contra lo establecido y romper el canon. A esas reuniones llegaban los ‘tzánzicos’, grupo que aportó a la ‘modernización’ de la poesía ecuatoriana, entre ellos Ulises Estrella, Raúl Arias, Rafael Larrea, Alfonso Murriagui. También iban los del grupo ‘Caminos’, con igual expectativa frente al verso, pero con propuestas estéticas diferentes, entre ellos Manuel Zabala Ruiz y Carlos Manuel Arízaga.

Desde su formación, los dos grupos tuvieron enfrentamientos en aquella época donde la despolarización de la poesía y del mundo era un asunto muy serio.

Hace unos años encontré a los poetas Ulises Estrella (Quito, 1939-2014) y Manuel Zabala Ruiz (Riobamba, 1928-2014) en los graderíos de la Casa de la Cultura. El poeta riobambeño me dice al oído: “Increíble, oiga, acabo de darle un abrazo a Ulises. Antes era imposible pensar en eso, ¿no ve que no nos podíamos ver?”. La versión de Ulises: “Saludé a Manuel, en los setenta, en la revista ‘Pucuna’ de los tzántzicos le dimos duro. Cómo han pasado los años”.

El 2014 se llevó a los dos poetas: a Manuel en septiembre y a Ulises en diciembre. Asistí a sus actos funerarios. Lo curioso es que se los veló en la misma sala funeraria. Las cajas de los dos vates reposaban en la misma posición.

Muy conmovido, pensé en los dos: su aporte a la poesía, al engrandecimiento de nuestra lírica. Zabala fue profesor de multitudes en la Universidad Central, casi treinta mil alumnos que salieron de las aulas de Castellano y Literatura lo recuerdan como un “removedor de sensibilidades”. Por el otro lado, Ulises creó una cátedra: ‘La Quitología’. Además, fue nuestro embajador por el mundo en los años 70. Enorme hacedor de cultura y tallerista de grandes escritores actuales. Los dos se dieron otro abrazo en la muerte.

                         Cuando ingresé a la sala en donde reposaba el cuerpo de Estrella, recordé a Zabala en la misma posición tres meses atrás y sentí dolor, pero también consuelo, porque sé que en alguna parte estarán abrazándose en nombre de la poesía, para siempre.

 

Esos son los milagros de la poesía. Por ellos y por los que quedamos para seguir defendiéndola. Salud!! Vida eterna para los poemas, cuando los poetas ya se hayan ido.

LAS SEDES

Este año el Encuentro tendrá sus sedes en seis provincias del Ecuador: Pichincha, Imbabura, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Esmeraldas. En la ciudades de Quito, Uyumbicho, Otavalo, Ibarra, Salcedo, Ambato, Riobamba, Tachina y Esmeraldas. Queremos agradecer a todas estas ciudades que serán posada de los poetas y a los auspiciantes y colaboradores que hacen que Paralelo Cero no muera pese a la encefalía que pudo entrar por el olvido al que se le deja frente a las políticas culturales: Quito (Editorial El Ángel Editor, CCE Matriz, Embajada de España, Quito Eterno, Sarapa-Galería de Sara Palacios, Universidad Central del Ecuador Carrera de Ciencias de Lenguaje y literatura, Universidad Andina Simón Bolívar, Universidad Internacional del Ecuador, Colegios: Unidad Educativa Martim Cereré, Unidad Educativa Tomás Moro, Colegio San Gabriel, Colegio Municipal Calderón, Fundación Colegio Americano, Colegio Terranova, Colegio Saint Dominic School, Colegio Liceo Campoverde, Colegio América Latina), Uyumbicho (CCE Extensión Cantón Mejía), Salcedo (Municipio de Salcedo), Otavalo (Alcaldía de Otavalo), Ibarra (CCE Núcleo de Imbabura y Municipio de Ibarra), Riobamba (CCE Núcleo de Chimborazo), Ambato (CCE Núcleo de Tungurahua), Esmeraldas y Tachina (Alcaldía de Esmeraldas, Universidad Técnica Luis Vargas Torres, Circulo Femenino de Cultura de Esmeraldas). A todos ellos mi agradecimiento y reconocimiento por apostar a Paralelo Cero.